Si ya has leído la primera parte habrás podido comprobar que los disruptores endocrinos forman parte de multitud de productos de nuestro día a día por lo que, deberemos ir sustituyéndolos por otros de manera gradual. Lo más importante será valorar qué cosas podemos ir modificando fácilmente, pero sabiendo que será imposible evitarlos al 100% ya que están presentes incluso en el ambiente. Todos los cambios que podamos hacer para reducir o minimizar la exposición serán beneficiosos para nosotros.